Patrimonio

Patrimonio
Iglesia de San Juan Bautista

El templo parroquial es el edificio más suntuoso e importante de la localidad. Fue construido a base de sillares graníticos labrados y con módulo, salvo en la portada principal, donde se recorta la silueta de otro templo anterior, levantado con aparejo irregular, hasta su coronamiento, donde ostentó una espadaña con arcos de medio punto que han sido cegados al quedar por debajo de la cornisa de la iglesia actual.
El interior presenta una nave única dividida en tres tramos por arcos rebajados, apoyados en pilastras embutidas en los muros laterales. Bóvedas de tercelete cubren los tramos de la nave, mientras que en el ábside lo hace una elevada bóveda de crucería apoyada en ménsulas historiadas.
A los pies de la nave se sitúa el coro, elevado sobre un arco rebajado, que se sustenta en dos imágenes talladas en granito de un hombre y una mujer con el torso desnudo, a las que la tradición identifica con Adán y Eva.
Adosada a la cabecera en el lado del presbiterio aparece una pequeña capilla a la que se accede a través de un arco ojival y que se cubre también con bóveda de crucería. Así mismo, en un costado del ábside se abre un pequeño vano, más pequeño que aquellos que se destinan habitualmente para los sepulcros de los servidores eclesiásticos, rematado también en una pequeña bóveda de crucería que tiene su mayor mérito o curiosidad, en el excesivo alargamiento de la clave que une sus nervios.
Las dos portadas hábiles se ubican a los pies y al Este de la nave; constan de sendos arcos de medio punto, hallándose la segunda resguardada por un soportal apoyado por un arco trazado entre dos de los contrafuertes que, con intervalos regulares, recorren el perímetro de la iglesia.
La torre, restaurada con un llamativo semicapitel de pizarra, se compone de dos cuerpos separados por una cornisa de escaso vuelo que da paso al campanario con cuatro vanos. Bajo la torre se sitúa el baptisterio, revocado modernamente.
Las diversas capillas que se abren a ambos lados de la nave acogen varios retablos de factura barroca, entre los que destacan el Cristo de la Vera Cruz, el de la Virgen del Rosario, fechado en 1776 y un tercero con tablas de San Roque, Santiago y San Blas.
De mediados del S. XVIII y principios del XIX es el retablo del altar mayor, una obra clasicista, en la que varias tablas ilustran sobre el bautismo de Cristo, su flagelación, la resurrección y la decapitación de San Juan Bautista, santo cuya talla preside también el centro del altar, encima del sagrario.
En los intercolumnios del altar fu009Eguran además otras tablas pintadas de menor tamaño que corresponden a obispos evangelistas y personajes bíblicos. En relieve, santas y evangelistas se reparten los espacios del banco del altar, sobresaliendo por último en la parte superior un calvario con las imágenes exentas de la Virgen y la Magdalena, escasos restos de un conjunto mayor, expoliado durante la Guerra Civil junto con otras obras de la iglesia, entre las que se encontraba una imagen de gran valor procedente de la iglesia de San Román.
En conjunto, la obra pudo iniciarse a fu009Enales del siglo XVI, pero la estructura final quedó configurada en el s. XVII, como testimonia una inscripción colocada en la parte posterior del ábside, a la altura de la cornisa.